Transcurría el año 1.971...
Ya nos habíamos casado y había nacido nuestra primera hija Núria. Jordi trabajaba de impresor en el taller familiar, junto a su padre y hermanos. No obstante, no era un trabajo con el que se sintiera identificado; su mundo laboral hubiera sido otro de haber podido estudiar en su adolescéncia, yo siempre he creido que su gran vocación ha sido la de ser maestro, pero en los tiempos de nuestra infancia, eran pocos niños los que tenían acceso a un bachillerato; las familias debido a la economía de la posguerra, cuando tenías 14 años, te colocaban de aprendíz de algún oficio. Las familias que gozaban de un cierto bienestar ya pensaban en que sus hijos estudiaran una carrera, pero eran las menos. En cuanto a las chicas, era aún más difícil ya que la cultura de aquellos tiempos, era procurar que fueran buenas amas de casa y poco más... alguna estudiaba bachillerato (muy pocas) o bien un comercio por tal de encontrar trabajo en alguna oficina.
Por tanto Jordi, no tuvo donde escoger. Lo importante para la familia era trabajar todos en el taller familiar.
Una vez casados, empezaron a rondarle por la cabeza, como cambiar su trabajo por otro relacionado con la docencia. Desde niño, el deporte formó parte de su vida, balonmano, basquet, tenis de mesa y sobre todo el atletismo (fué campeón de Catalunya de 5.000 m. y ganó una Jean Bouin en categoría junior). En el deporte vió una salida a sus aspiraciones de cambio de vida laboral. Le contrataron como entrenador de balon-mano en la Escuela Patmos; como profesor de gimnasia en la Escuela San Juan de la Cruz (hace años desaparecida); como entrenador de basquet femenino en Las Dominicas de Horta, Sabastidas y San Ramón Nonato y por último como profesor de gimnasia durante un curso en Padre Mañanet de Les Corts.
En aquel tiempo no se exigia titulación específica para ejercer en materia de gimnasia, únicamente era requisito indispensable, participar en unos campamentos que organizaba Falange Española, (entidad responsable de esta asignatura), y en el que se preparaban a jovenes para impartir dichas clases. Jordi por razones que ahora no vienen al caso , decidió que no quería participar en aquellos cursos. Por tanto dejó aquel trabajo (por cierto muy bien remunerado).
A través del paso de los años y siendo realistas, hemos pensado muchas veces que a lo mejor fué una oportunidad desperdiciada, ya que conocemos a gente de aquella época, que hicieron aquellos campamentos y durante toda su vida, han tenido su puesto de trabajo asegurado en un Instituto.
Por otra parte, de haber seguido en aquel trabajo, quizà nuestra vida familiar hubiera sido otra, nunca se sabe donde está lo mejor para cada uno.
Al dedicarse a dar clases de deporte en las citadas escuelas, ocurría que durante el verano disfrutaba de un par de meses de vacaciones.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)